En las relaciones de pareja puede que se presenten triángulos
dramáticos de convivencia, donde se necesitan solo dos personas que pueden
llevar al fracaso o vivir más momentos malos que buenos dentro del vínculo
amoroso.
Existen diferentes roles que podemos endosar en una
relación: ser víctima, victimario o salvador. Ninguno de los tres son saludables.
La víctima, es aquella persona que sufre y padece todo lo
que pasa a su alrededor. Está expuesta a recibir maltratos y desvalorizaciones
constantes.
El victimario, cree tener el control, es posesivo, rebaja,
piensa que si hizo algo malo es por culpa de la víctima.
El salvador es aquel que se siente necesario para todo y el
encargado de salvar la situación. “La víctima o el victimario pueden adoptar en
la relación también el papel de salvador”, señala el experto. La primera,
explica, en su malentendido sacrificio, piensa que estando con el victimario,
este cambiará su forma de ser. Pero cuando el victimario se convierte en
salvador, en realidad lo único que le interesa es que la víctima siga siéndolo
para obtener reconocimiento.
Los especialistas sugieren a las parejas a no entrar nunca a
este juego psicológico. “Deben ordenar sus ideas y empezar a hacer lo que
anhelan en la vida, asumiendo sus responsabilidades. Así llevarán una vida más
saludable”, sostiene.